Messi, el hombre vulgar que salvó a un pueblo y lo coronó campeón del mundo

El capitán argentino logró una simbiosis con la gente y conquistó a quienes todavía lo resistían. Aunque sea un rato, devolvió la alegría y la esperanza.

A caballito del Kun Agüero, Messi sonrié con la Copa del Mundo entre sus manos. Créditos: Diario UNO
A caballito del Kun Agüero, Messi sonrié con la Copa del Mundo entre sus manos. Créditos: Diario UNO

Ahora sí, después de muchos años, Lionel Andrés Messi ingresó al panteón de los ídolos que trascienden su disciplina y son recordados además por otras características y actitudes. Aunque odiosa, la comparación con Maradona era inevitable. Por primera vez, ese chico tímido, callado, que siempre mantenía las formas, que hasta se había dado por vencido y era acusado de perjudicar a la Selección por armar un equipo compuesto de amigos, mostró su otra cara. Ese nuevo rostro, ya no europeo, fue la imagen de su pueblo cuando se miró al espejo: luchador, bocón y desafiante contra la autoridad. Entre tanta incertidumbre, el capitán cargó con la angustia y los sueños de todo un país que se rindió a sus pies y se entregó a su liderazgo.

El héroe de la hazaña

Las generaciones que nacieron desde la década del 60 hacia abajo alardeaban que ya habían visto a la Argentina campeón del mundo. Hablaban del ‘matador’ Kempes, la final contra Holanda y los festejos en medio de la dictadura. Los nacidos en la década del 70 contaban del mundial de México 86, de Maradona y la alegría de los festejos en Plaza de Mayo con el trofeo asomando por el balcón de la Casa Rosada.

Sin embargo, el resto de las generaciones estaba carente de hazañas, campeonatos y héroes. Porque, para decirlo en pocas palabras, la Copa América no le llega ni a los talones a la Copa del Mundo. Por suerte, aquello que no pudo ser en Brasil 2014, fue en Qatar 2022.

Sus goles, sus pases claves, su dominio del juego en los momentos más calientes y su enfrentamiento deliberado con aquellos que le mojaron la oreja, lo transformaron en el superhéroe de millones de niños, niñas, adolescentes y personas adultas que crecieron a la par de Messi.

Y eso se vio reflejado en un detalle: hasta hace un tiempo, la mayoría de las personas que portaban una camiseta de Messi, tenían el escudo del Paris Saint Germain o del Barcelona. En cambio, ahora usan la celeste y blanca a bastones de la Asociación del Fútbol Argentino.

No era por él, era por nosotros

En redes sociales, en algunos sectores del periodismo y en la calle, se insistía con la idea de que la Copa la tenía que ganar Messi porque se la merecía y porque había llegado su momento después de tantas derrotas. Incluso sus propios compañeros de la Selección reforzaban en público esta idea.

Sin embargo, en términos futbolísticos, Messi no necesitaba levantar la del Mundo para consagrarse. En realidad, fue la excusa de un trofeo que pedíamos nosotros para calmar la angustia, la incertidumbre, la desesperanza y poder creer en algo, tener al menos un motivo para festejar.    

El Messi maradoneano

Maradona fue y será Maradona no solo por lo que hizo con los pies, sino porque fue un fiel representante de su país. Sus aciertos, sus errores, sus convicciones y acciones lo convirtieron en el más humano de los dioses. Eso, que tantas veces se le reclamó a Messi, comenzó a suceder cuando Diego dejó este mundo el 25 de noviembre de 2020.  

A partir de ahí, casi como hecho divino, el mesías pareció demostrar otro carácter, otra templanza y otro liderazgo. Sus arengas en el vestuario, sus declaraciones ante la prensa y sus actitudes dentro del campo arroparon a un pueblo que encontró lo que parecía haber perdido. Ese hombre vulgar, el del Topo Gigio, el que redobló la apuesta cuando lo cargaron o le mojaron la oreja, el que incomodó al periodismo campeón de la ética y la moral, ese fue el Messi maradoneano.  


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Nicolás Retamar

Redactor. Docente y licenciado en Comunicación Social.