Carta abierta de un científico del Conicet al gobierno libertario
En este artículo, el investigador Luis Wall*, realiza una analogía entre el uso de suelos y la coyuntura del país. “Al pueblo argentino le será cada vez mas difícil recuperar su dignidad, su calidad de vida”, señala.
La siguiente es una reflexión acerca de la angustiante coyuntura actual del país en la que el gobierno privilegia a la economía, al déficit cero y al superávit fiscal, por encima de todo otro concepto. Si bien los siguientes párrafos, por momentos, parecen ocurrir sobre un tema ambiental o acerca de los dilemas de la agricultura actual, es sólo una metáfora, un ejercicio de analogías para poder develar, de otra manera, los errores y los graves peligros de la propuesta del proyecto de ley de presupuesto que presentó recientemente el presidente de la nación en el Congreso.
Una de los principales temas de agenda de la humanidad es la necesidad de cambiar la manera de hacer agricultura, para que la producción de alimentos sea sostenible. Es decir, por ejemplo, que el suelo no se degrade sino que se conserve y aún mejore su salud y productividad. Para ello es necesario dejar de usar agroquímicos que generan un enorme costo ambiental y degradan nuestra calidad de vida, deteriorando la salud del sistema. Costo ambiental que hasta ahora nadie ha pagado. Tampoco serviría de mucho pagarlo, porque lo que se rompe es la salud del planeta que no se compra.
Si dejamos de aplicar agroquímicos permitiremos que el sistema suelo recupere su biofertilidad, su salud, pero eso tarda un tiempo. Pueden ser 10, 20, 30 años, según el grado de deterioro alcanzado en el suelo en la historia de su uso y manejo. Por otra parte, si dejamos de aplicar agroquímicos la productividad del sistema se viene a pique y “no es negocio”.
Por eso, los productores agropecuarios comprenden que se debe hacer una transición urgente hacia sistemas más sostenibles que recuperen la biofertilidad y salud del sistema, bajando (en lo posible a cero) el uso de agroquímicos. Para ello existen herramientas que ayudan en la transición como los manejos a base del conocimiento biológico del sistema suelo-planta y el correcto uso de bioinsumos de calidad. Además, es necesario comprender que en los sistemas biológicos la diversidad de sus miembros o componentes garantiza su productividad y resiliencia. Todas las partes y los servicios que éstas aportan son necesarios. De allí surge el valor de la biodiversidad, que se extiende al concepto de diversidad cultural pues la cultura también tiene un origen biológico.
El cambio es posible y absolutamente necesario. No es simple teoría, ni una cuestión ideológica. Es una cuestión ética que involucra a los productores, asesores, científicos, las empresa que producen insumos y la gente en general, porque la calidad de vida de todos depende de la salud del suelo que habitamos y que nos rodea.
Por otra parte, la economía es un paradigma que permite interpretar el funcionamiento de los sistemas biológicos y las sociedades humanas no dejan de ser también sistemas biológicos.
Dicho todo lo anterior, el problema del desarrollo de nuestro país no escapa al ejemplo que describe esta reflexión. Hay que cambiar las prácticas en nuestro país y organizar nuestro desarollo, pero no se puede hacer de golpe, como intenta el gobierno actual, pues el sistema indefectiblemente se va a romper. La recuperación posterior del país quizás sea posible siempre y cuando el nivel de resiliencia del sistema lo permita, lo cual dependerá del grado de deterioro alcanzado. En el caso de los suelos, cuando el nivel de deterioro es muy alto, la consecuencia es la desertificación y el devenir del desierto.
Gestionar una transición de manejo no es sencillo porque el conocimiento de los sistemas es limitado. Además, mucho conocimiento necesario surge y se aprende en el curso de la misma transición. Lo que hace falta es imaginación y creatividad, inteligencia.
Con todo respeto, señor presidente, usted se está equivocando gravemente y nos está llevando a la ruptura del sistema. Al pueblo argentino le será cada vez mas difícil recuperar su suelo, su dignidad, su calidad de vida, que no es una vocación de felicidad que el estado debe subsidiar (como usted mal interpreta y define erróneamente a los científicos), es simplemente el derecho a vivir dignamente en un país que tiene todos los recursos para que eso suceda y que el bienestar alcance a cada uno de sus habitantes.
*Luis Wall es Investigador Principal del Conicet y Profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes.