Juliana Cassataro: “Habrá millones de personas que se inocularán con nuestra vacuna”
La directora del proyecto que elabora la tecnología nacional contra el coronavirus dialogó sobre los inicios, la actualidad y el futuro de la ARVAC Cecilia Grierson.
Juliana Cassataro no tiene redes sociales ni desea tenerlas. Es más, cuando menciona el dato lo hace con una sonrisa en su rostro. En medio de la pandemia le tocó encabezar el equipo encargado de diseñar y fabricar la primera vacuna argentina de la historia y la primera en Sudamérica contra la covid. Aunque al principio tuvo la incertidumbre y los miedos de realizar un desarrollo de esta índole desde cero, hoy se siente segura y confiada que la ARVAC Cecilia Grierson reforzará la inmunidad de millones de argentinos. En conversación con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, la investigadora de la UNSAM y el Conicet refiere al presente y futuro de la vacuna cien por ciento nacional -que ya se encuentra transitando las fases II y III y espera ser aprobada en los próximos meses-, pero también hace un repaso del recorrido transitado hasta el momento.
-¿Hubo trabas a lo largo del camino?
–En todas las etapas siempre hubo alguien que nos dijo que lo que estábamos haciendo no tenía sentido, porque otros lo estaban haciendo antes o porque se importaban las vacunas. Permanentemente había una explicación de por qué nosotros teníamos que dejar de trabajar y hoy mismo nos dicen que la ARVAC no tiene razón de ser. Sin embargo, en Argentina habrá millones de personas para inocular con nuestra vacuna contra la covid. Para hacer una vacuna propia hay que empezar y desarrollarla, como hicimos nosotros. Lo importante no es llegar primero, sino llegar.
-Y ustedes están a punto de llegar. ¿Qué significa eso?
-Analizando el trabajo que se hizo, estamos muy contentos de haber podido transitar y llegar hasta esta etapa. Nos sentimos mucho más seguras y convencidas de que nuestro proyecto es real y podemos obtener el registro.
-Hay luz al final del túnel…
-Quizás a la gente le parecía más llamativo al principio, pero sentía mucha incertidumbre de que podamos llegar y tenía miedo de no cumplir las expectativas. Ahora sí hicimos todo para llegar al final y estamos muy orgullosos de toda la gente que participa en este proyecto. Somos más de 300 especialistas y desplegamos todas las capacidades argentinas para finalizar este ensayo.
-¿Cómo lleva el peso que significa encabezar un proyecto de esta envergadura?
-Al principio tenía mucha presión porque era algo muy necesario y sabía que íbamos a tardar más que otros países. Sentía mucha angustia porque éramos ocho personas en el laboratorio y no íbamos a poder realizar la vacuna en un año. Sin embargo, siempre supe que podíamos y que era importante para el país hacerla.
-Incluso en el modo de almacenamiento cobra sentido la producción de una vacuna propia.
-Claro, como queríamos que se produjera en nuestro país, desde el principio pensamos qué tipo de vacuna se podía elaborar de cero en Argentina. La temperatura es importante porque para distribuirla en nuestra región tiene que ser algo que no necesite de un freezer de 70 grados bajo cero.
Dos actores necesarios
–Desde algunos sectores se cuestiona la participación privada. ¿Qué función cumple el Laboratorio Cassará?
-Pienso que es crucial. En laboratorios universitarios se pueden hacer prototipos de vacunas, pero para producir a escala se necesitan buenas prácticas de manufactura. Las empresas tienen capacidades de fabricación y estandarización de procesos que no tenemos en otro lado. Una vacuna no es algo simple o artesanal, requiere un nivel de regulación que no existe en los laboratorios, sino en plantas aprobadas mediante un desarrollo farmacéutico que en Argentina hay.
-Sin embargo, con la sola participación de Cassará en este caso no alcanza. El Estado también cumple un rol fundamental.
-La pandemia demostró que en todos los tipos de gobierno donde se crearon vacunas, tanto Cuba, Rusia, Estados Unidos como Inglaterra, los ministerios de Salud fueron los que invirtieron para su desarrollo.
–Mucha gente no se quería aplicar la Sputnik o la Pfizer por su país de origen. ¿Cuál es su meta con la ARVAC?
-Uno de nuestros objetivos es que la vacuna no quede en la grieta. En la investigación trabajaron personas con distintas posturas políticas y están convencidos de que esto es importante para Argentina.
Recta final
-Comenzó la inscripción de voluntarios para continuar con la fase II y III de los ensayos clínicos. ¿Cuál es el desafío?
-Estamos buscando 1800 personas para los ensayos que se realizarán en distintos centros de Argentina como Mar del Plata, La Plata, Córdoba y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En arvac.com.ar la gente se puede postular y solicitamos voluntarios que hayan tenido un esquema primario completo con una dosis de refuerzo como máximo. Es decir, deben tener tres inoculaciones en total. Es complejo porque en el país hay personas que se inmunizaron cuatro, cinco o más veces, pero para compararnos con otras vacunas del mundo necesitamos ese perfil.
-La idea es completar la cantidad de inscriptos antes de fin de mes…
-Ojalá podamos. Hasta ahora se anotaron casi dos mil personas, pero solo alrededor del 30 por ciento cumplen con las características que solicitamos. Necesitamos que se anote el mayor número de gente para alcanzar la cantidad suficiente.
-¿Qué plazos manejan para comenzar con la vacunación?
-El objetivo es terminar las fases que faltan entre junio y julio para presentar los resultados a la ANMAT. Una vez aprobada, se puede registrar y usarla. El Laboratorio Cassará ya tiene producidas cuatro millones de dosis. Si se aprueba la vacuna y el Estado hace la compra, podríamos aplicar la ARVAC en el segundo cuatrimestre del año.
-¿Por qué prueban tres fórmulas en el ensayo: una contra Gamma, otra contra Ómicron y una bivalente con ambas variantes?
-Lo que pasó es que ya hubo que adaptar la vacuna porque estaba circulando la variante Ómicron y escapaba mucho de la respuesta inmune de las fórmulas anteriores. Para nosotros es muy importante realizarlo de esta manera porque es la primera vez en el mundo que se compara una vacuna bivalente con una monovalente en un mismo ensayo clínico. La idea es obtener una plataforma con la capacidad de hacer una bivalente para esta o nuevas variantes.
–¿La meta es que ANMAT apruebe la bivalente primero?
-Seguramente se pueden aprobar las tres si los resultados dan bien, pero lo interesante es tener la plataforma aprobada porque no habría que hacer todos los ensayos clínicos de nuevo si queremos hacer una fórmula bivalente pero con otra variante.