Julieta Romero: “Lo más valioso de comunicar ciencia es que tiene un efecto multiplicador”
Es ingeniera nuclear, ilustradora y comunicadora científica. En esta entrevista, cuenta los desafíos de crear contenidos sobre energía nuclear para el público general.
Por Catalina Nicole Marquez*
El estreno cinematográfico reciente de Oppenheimer, basada en el padre de la bomba atómica, reabrió los debates sobre la energía nuclear, sus implicancias, ventajas y desventajas. Sin lugar a dudas, es una energía atravesada por miedos y prejuicios. Para muchas personas, el primer acercamiento a este mundo fue a través de Los Simpsons. Sin embargo, la central de Springfield se encuentra lejos de reflejar la realidad, ya que el trabajo no consiste solo en tocar un botón ni se hace de manera aislada, como lo hace Homero al mando de los controles de la planta nuclear.
Si vamos un poco más atrás, podemos recordar a la energía nuclear a partir de eventos trágicos y que marcaron la historia del mundo, como los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y, posteriormente, los accidentes nucleares de Fukushima y Chernóbil. Estos acontecimientos revelaron la cara negativa y peligrosa de esta actividad, a la vez que pusieron en segundo plano sus potenciales usos positivos en distintas áreas.
Ante este panorama controversial, cobra importancia la comunicación pública sobre esta energía para entender -y tal vez también superar- prejuicios que están afianzados en la sociedad. Una de las que tomó este desafío es Julieta Romero, ingeniera nuclear, graduada en el Instituto Balseiro, y quien, además, abre caminos para que otras mujeres se animen a integrar un espacio de conocimiento y trabajo aún masculinizado.
“Lo más valioso de comunicar ciencia es que tiene un efecto multiplicador: cuanto más se comunica, más personas se ven atraídas por estos temas. Y tanto es así que, incluso, hay quienes se deciden por este camino y se vuelven, a su vez, voceras y voceros de más ciencia. El conocimiento científico es nuestra lente para entender el universo que habitamos y, mientras más entendemos, mejor lo vamos a habitar y cuidar“, cuenta Romero, que hoy trabaja en la World Association of Nuclear Operators (WANO), un organismo internacional que vela por la seguridad de los reactores nucleares en París.
Para la científica, comunicar sobre energía nuclear siempre fue controversial. Frente a los escenarios apocalípticos que predominan en las percepciones sobre el tema, ella prefiere ser más cauta y aportar al debate con información responsable y clara, sobre todo para la posterior toma de decisiones de los ciudadanos, ya sea a favor o en contra de ciertos usos y aplicaciones. Algo de esto puso en práctica esta semana, a través de un video que se viralizó en las redes sociales, donde explica por qué Atucha II estuvo paralizada desde octubre de 2022 y cómo se recuperó en tiempo récord, gracias al talento y el ingenio argentino.
En realidad, la energía nuclear es mucho más que los ejemplos catastróficos, sostiene. “A mi entender, la única manera de superar miedos arraigados es con el conocimiento. Siempre hay algo que desconocemos y este ámbito no es la excepción. Es responsabilidad de quienes entendemos esta energía compartir el conocimiento, hacerlo accesible, despejar dudas y desterrar mitos arraigados, pero no desde la condescendencia, sino desde el diálogo entre pares”, asegura.
El diccionario define “diálogo” como una “plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”. La descripción del término es útil para destacar que, durante muchos años, la comunicación de la ciencia no estuvo pensada con el otro, sino para el otro. Es decir, con el científico poseedor de conocimientos en un lugar de autoridad y una relación de verticalidad, con dependencia de una parte (el público) por debajo de la otra (los científicos).
Cuando Romero refiere a “diálogo” no remite a “alfabetizar”, sino a escuchar a otros y otras en un modelo participativo y no unidireccional. Es decir, a repartir el poder de decisión, en un camino para lograr una ciudadanía tecnocientífica capaz de comprender y participar en los debates importantes, apropiándose del conocimiento y de las responsabilidades que ello conlleva. “La gente merece tomar sus decisiones en base a información clara y disponible. Eso faltó por mucho tiempo en nuestra industria y es una deuda que tenemos con la sociedad”, relata.
Para comunicar ciencia, sobre todo cuando se trata de temas polémicos como el de la energía nuclear, hay que armarse de valor y tener una cuenta de creatividad. Romero no se considera influencer porque no es su intención condicionar a la gente; tampoco busca optimizar la llegada de sus publicaciones en redes, entre las que se encuentra el último video viral sobre Atucha II. “Dejo que surjan cuando tienen que surgir. Si hay un tema que me interesa en el diario, veo que hay interés y poco conocimiento al respecto, trato de ponerlo en una perspectiva en la que se entienda. Intento usar metáforas y ejemplos de la vida diaria para conectar con la gente, para que vean que la ciencia nos rodea y es más cercana de lo que quizás piensan”, explica.
En sus videos se encuentra muy presente la ilustración, otra de sus grandes pasiones y donde encuentra una gran socia para comunicar sobre energía nuclear. En varias oportunidades, se definió como “ingeniera nuclear de día y artista de noche”. Desde chica tuvo la particular afición y pasión por dibujar dragones, una figura que, al igual que la energía nuclear, ha presentado siempre sentimientos ambivalentes. Para ella poner en juego ese lado artístico a la hora de comunicar es importante. “La imagen llega mucho más que la palabra a veces, es una aliada poderosa”, concluye.
*Graduada de la Universidad Nacional de Moreno. Estudiante del Taller de Comunicación de la Ciencia (2023) en la Maestría en Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Nacional de Quilmes.