“La UNQ es mi hogar y la voy a defender siempre porque es lo que me permite vivir mi vida”

María del Carmen García trabaja en la Universidad desde 1996. En diálogo con la Agencia, cuenta su trayectoria laboral y personal y describe cómo vive el contexto actual.

aría del Carmen García trabaja en el comedor de la Universidad Nacional de Quilmes. Créditos: Agencia de Noticias Científicas.
María del Carmen García trabaja en el comedor de la Universidad Nacional de Quilmes. Créditos: Agencia de Noticias Científicas.

Las universidades son de los estudiantes, pero no serían lugares de estudio y contención si no estuvieran aquellas personas que las mantienen día a día cuidadas y llenas de amor, como es el caso de María del Carmen García. “Mari” trabaja desde 1996 en la Universidad Nacional de Quilmes y durante todo este tiempo vio pasar, aprender, equivocarse y recibirse a muchos alumnos y alumnas. En el inicio de un nuevo cuatrimestre, García comenta a la Agencia de Noticias Científicas: “A los estudiantes nuevos los veo como pollitos desprotegidos y busco cobijarlos, como hacen las gallinas. Me preguntan por las aulas y los acompaño a ver dónde quedan, busco que no se sientan solos. No sé si quedaré como metida, pero no me importa porque sé que lo hago con buena intención”.

García nació en Santa Fe y a los pocos años se trasladó con sus padres a Florencio Varela. A los 26, se casó con quien sería el padre de sus dos hijas y pusieron una carnicería. En 1996, ingresó a trabajar en la antigua sede de la UNQ en Florencio Varela, donde ya se dictaban carreras como Ingeniería en Automatización y Control Industrial. 

Así lo rememora: “Me encargaba de la limpieza del lugar, teníamos un buffet chiquito y yo tenía mi pava ahí. Después nos tuvimos que trasladar a la sede principal (Bernal) pero yo no quería porque allá tenía mi espacio y, además, estaba cerca de casa. Pero tuve que hacerlo y creo que fui la última en irme”. Y continúa: “Cuando me trasladé, me preguntaron qué quería hacer porque ya estaba en edad de jubilarme. Les dije que quería seguir para alcanzar los 30 años de aportes y conseguir una mejor jubilación, y me lo permitieron. Eso no sucede en todos lados y estoy eternamente agradecida por eso”.

De esta manera, García continuó con las tareas de limpieza hasta que, hace cinco años, tuvo que operarse del pecho debido a un cáncer de mama. Cuenta a la Agencia que al principio se asustó, “pero después la luché, con miedos sí, pero lo atravesé”. “Me daba vergüenza ir a la farmacia a pedir medicamentos para esto, pero entendí que era una enfermedad y que había que llamarla por su nombre. También hice distintas terapias para no mostrarme tan preocupada y alterar a mis hijas”, explica.

Al volver, como no podía hacer esfuerzo, pasó a trabajar en el comedor universitario donde sigue hasta hoy. “Allí somos una familia. Cuando empecé a trabajar de vuelta, uno de los chicos me traía una florcita del fondo, otro me hacía un café con un corazón dibujado o me daban abrazos muy fuertes”, afirma.

Un amor sin fronteras

Con sus casi 69 años, García es una de las personas más activas de la Universidad: va a caminar, sale a tomar café con sus amigas y hace aquagym. Incluso, este verano conoció Bariloche junto con su hija. “Tuve dudas de hacer el viaje porque estamos pasando por un momento económico muy difícil pero la verdad es que trabajo, ordeno mi casa, hago actividades y me merecía hacerlo”, señala.

A lo largo de estos años, a García –como al resto de la comunidad universitaria– le tocó atravesar momentos muy duros; sin embargo, dice que no recuerda haber vivido un período con tanto miedo como el actual.¿Tener miedo de que la universidad cierre? Nunca me pasó, no saber qué va a suceder es terrible. Hubo épocas difíciles en que los pagos se demoraron y siempre las autoridades estuvieron comunicando lo que sucedía”.

Así, a inicios de un nuevo cuatrimestre con futuro incierto, García recibe a los nuevos alumnos y alumnas en el comedor. Les ofrece los platos del día, los ayuda a economizar contándoles los descuentos que hay y los reta incluso si es necesario. “Me hacen acordar a mis hijas cuando iban a la universidad, para mí debían sentirse solas y no quiero que estos chicos se sientan así. Me gusta verlos pasar y ayudarlos. Esto es una casa, la UNQ es mi hogar y la voy a cuidar y defender siempre porque es lo que me permite vivir mi vida”. 


Últimas noticias de la sección Territorio:



¿Te gustó esta noticia? ¡Compartila!

Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).