De la época de oro: docente de la UNQ recuperó tangos inéditos que jamás fueron grabados
“No sé cuál fue el motivo por el que no se registraron esas maravillas”, afirma Andrés Serafini. Por primera vez una investigación hace foco en el oficio de los arregladores musicales.
El día de su nacimiento es también el Día Nacional del Bandoneón, a la vez que una calle y un bar porteño llevan su nombre. Es que Aníbal Troilo es un símbolo del tango y la cultura nacional y, es por eso, que el docente de la Escuela Universitaria de Artes de la UNQ Andrés Serafini dedicó su tesis doctoral a investigar el trabajo de los arregladores de la Orquesta Típica Aníbal Troilo, un oficio que se consolidó en la época dorada del tango (1935-1955) en Argentina. “Descubrí algunos arreglos musicales que aún no tenían registro fonográfico, es decir, no se habían grabado nunca y pudimos darle vida”, relata el flamante doctor en Música (UCA) a la Agencia de Noticias Científicas.
Para aquellos que son ajenos al mundo del tango, Aníbal “Pichuco” Troilo es una buena puerta de entrada. Nació en 1914 y falleció en 1975 en Buenos Aires, a los diez años comenzó a tocar el bandoneón y un año más tarde debutó ante el público en un bar vecino al Mercado de Abasto. A los veintitrés años (1937) lanzó su Orquesta Típica con la que actuó durante más de tres décadas y registraron 449 grabaciones.
Según cuenta Serafini, las orquestas típicas fueron un tipo de formación que se consolidó alrededor de los años 40 y estaban conformadas por alrededor de cinco bandoneones, cuatro violines, viola, violonchelo, piano y contrabajo. Previamente, el tango lo tocaban agrupaciones más chicas por lo que las partituras debían adaptarse. Ahí ingresa el oficio de los arregladores.
“Consistía en tomar la obra original e incluir arreglos para que pueda ser tocada por una formación mayor”, explica el docente. El paso siguiente era presentar la obra adaptada a Troilo que, como director, definía lo que quedaba y lo que no. “La última instancia de este oficio es la puesta en escena. Cuando vemos la partitura original, la adaptada y lo que fue tocado nos damos cuenta que nunca son lo mismo”, cuenta.
Para indagar en el rol de los arregladores de la Orquesta Típica Aníbal Troilo, Serafini accedió al archivo digitalizado de más de doscientas obras. Allí, descubrió partituras con arreglos del propio Troilo que nunca fueron grabadas. “No sé cuál fue el motivo por el que no se registraron esas maravillas pero, en conjunto con el Instituto de Investigación Musicológica Carlos Vega (UCA) y la Orquesta de Tango del DAMus (UNA), pusimos el sonido, la grabación y hasta hicimos videos. Fue muy emocionante porque fue como darle vida”, detalla.
La importancia de la investigación es tal puesto que se trata de la primera que pone el foco en el trabajo de los arregladores musicales. En el caso de la Orquesta Típica Aníbal Troilo, pasaron algunos que luego fueron artistas reconocidos, como Astor Piazzolla, Héctor María Artola o Argentino Galván.
El tango como fenómeno global
“Hacer esta tesis fue un camino largo. Entre seminarios, investigación y la vida misma habré administrado todo en un período de diez años. En el medio tuve un hijo, saqué un disco e hice un espectáculo de tango”, comenta a la Agencia Serafini.
Docente de la Licenciatura en Composición con Medios Electroacústicos de la UNQ, donde da clases pero también aprende de las trayectorias de sus alumnos y alumnas, Serafini además posee su propio quinteto, Boulevard Tango. En los últimos años lanzaron un álbum con temas musicales propios pero también con reversiones de clásicos tangueros.
“Allí está también el trabajo de los arregladores: adaptar una obra que ya existe y es conocida a nuestra propia banda y con nuestros matices”, pronuncia, y agrega: “El tango ya es algo desterritorializado, es un fenómeno global pero que, aún así, sigue siendo nuestro porque nos identifica, nos asocian a los y las argentinas con esta música”. Además, plantea que investigar la música de Troilo, “así como la de cualquier otro tanguero”, sirve para conocer una época: “Encuentro en sus tangos el pasado de un país. Tocó durante los 40 y 50, una etapa nacional histórica, donde surgía el peronismo”.
A su vez, expresa que trabajar en la Escuela Universitaria de Artes de la UNQ le permitió expandir sus horizontes de pensamiento y cruzarse con profesionales que saben de otros temas en los que él no se especializa. Así lo define: “En este momento donde se cuestiona tanto la educación pública, me parece necesario decir que el espacio de la UNQ es pujante. Permite que uno de alguna manera acondicione su perfil en base a al contacto con estudiantes y profesores y, desde ahí, salga a buscar su trayectoria y adaptar lo que aprendió”.
La investigación de Serafini fue dirigida por el músico y docente de la UNQ Martín Liut (recientemente nominado a los Premios Gardel) y codirigida por el investigador y también musicólogo Omar García Brunelli.