Qué es el TERIA, un enemigo silencioso en la alimentación infantil
El Trastorno por Evitación/Restricción de la Ingesta de Alimentos puede manifestarse desde la infancia. Reconocerlo a tiempo es clave para prevenir serias repercusiones en la salud.
Por Patricia Maidana*
El TERIA, un trastorno alimenticio poco conocido pero cada vez más frecuente en niños, genera preocupación entre especialistas y familias. Este diagnóstico, a menudo confundido con la selectividad típica en la alimentación infantil, implica una aversión intensa y progresiva a ciertos alimentos, que puede llevar a los niños a rechazar incluso sus comidas favoritas, y en casos extremos, a dejar de comer por completo.
“No tiene que ver con un capricho claramente, no es un ‘no quiero comer esta comida porque no me gusta’, entonces elijo otra”, aclara Ornella Fagannelli, psicóloga especializada en trastornos de conducta alimentaria, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes. “Es una selectividad que progresivamente se hace más grande, pierden mucho peso, esto lleva a poner en riesgo la salud”, agrega.
Fagannelli, miembro del Centro Especializado en Desórdenes Alimentarios (CEDA), subraya la diferencia con otros trastornos como la anorexia: “No son pacientes que quieran bajar de peso, como la anorexia, por ejemplo, no pueden comer por miedos que aparecen con determinados alimentos y la ingesta es casi imposible”.
El TERIA no se limita a una simple preferencia alimentaria, sino que los niños con este trastorno reducen su dieta a unos pocos alimentos y evitan otros por razones que pueden parecer irracionales. “El chico que presenta esta sintomatología no come ciertos alimentos por su textura, por sus colores”, explica Fagannelli. “Con las carnes puede pasar que la vean muy grasosa. También aparecen miedos a vomitar, atragantarse, a que les caiga mal la comida, entonces esto hace que no quieran comer”, detalla.
Cuando comer asusta
Eliana Gauna, madre de una niña de 6 años diagnosticada con TERIA, comparte su experiencia con la Agencia: “Cuando comenzó con este cuadro, se negaba a comer cualquier tipo de alimento, incluso los que sí comía habitualmente. Siempre fue una niña muy selectiva con sus comidas, pero luego de un dolor abdominal después de comer pollo, dejó de comer durante diez días”. Durante ese período, la niña no solo dejó de comer, sino que también se comunicaba apenas con señas y solo bebía agua. “Fue desesperante no saber cómo ayudarla y no entender el motivo por el cual dejó de comer todo lo que le gustaba”, recuerda.
En este sentido, la intervención médica fue crucial. “Durante su internación, los médicos realizaron un tratamiento de rehidratación endovenosa y colocación de sonda nasogástrica para incorporar leche de fórmula. Una noche, vio una mamadera con este líquido que tenía su nombre, entonces ahí empezó a tomar leche en mamadera”, relata la madre. Este fue un avance significativo para la niña, quien durante 45 días solo ingirió leche, llegando a tomar hasta 3 litros diarios.
El tratamiento del TERIA requiere un enfoque integral que combine el apoyo psicológico con el acompañamiento familiar. “Es muy importante el rol de las familias para ayudar al paciente a superar estos pensamientos recurrentes que son los que les impiden la ingesta de alimentos”, afirma la especialista. “Acompañarlos y ayudarlos, pero no desde un lugar de vigilancia. La clave es entender que no es algo que ellos eligen, no es a propósito, es una causa psíquica. No es un capricho no poder comer”.
Gauna, por su parte, describe cómo la familia adoptó estrategias recomendadas por los especialistas para apoyar a su hija en su recuperación. “Los especialistas nos aconsejan abordar el tema con ayuda de pictogramas que muestran la ingesta de alimentos, las comidas que hay en el día, la higiene. Los utilizamos para indicarle a ella lo que tenía que hacer durante su rutina diaria. Nos fue de mucha ayuda”, comenta.
Entender y abordar el TERIA desde una perspectiva informada y empática es fundamental para ayudar a los niños afectados a superar sus temores y construir una relación saludable con la comida. Como destaca Fagannelli: “El TERIA no es el ser de todo ese niño, sino que con el diagnóstico entendemos qué es lo que le está pasando, por qué le pasa, cómo ayudarlo, cómo interpretarlo. Siempre desde un acompañamiento amoroso y respetuoso”.
El trabajo conjunto entre especialistas y familia es esencial para asegurar que el niño reciba el apoyo necesario, evitando que el miedo se convierta en un obstáculo permanente para una alimentación sana y equilibrada.
* Estudiante del Segundo Curso de Profesionalización en Prácticas Periodísticas de la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.