Científico de la UNQ investiga cómo dormir mal puede profundizar la depresión

Manuel Crespo realizó pruebas de “jet lag crónico”, es decir, dormir de día y realizar actividades de noche, para averiguar cómo afecta la motivación de las personas.

Manuel Crespo es licenciado en Biotecnología e integrante del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ. Créditos: Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
Manuel Crespo es licenciado en Biotecnología e integrante del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ. Créditos: Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.

Los pilotos, los tripulantes de cabina, quienes trabajan en turnos rotativos, nocturnos o en guardias médicas están expuestos de manera constante a un jet lag crónico. Se trata del desfase horario en el que el cuerpo realiza actividades en el momento en que debe dormir y descansa cuando debería estar despierto. Según el licenciado en Biotecnología e integrante del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ, Manuel Crespo, estas personas suelen desarrollar problemas de salud relacionados con el hecho de no dormir en los horarios correctos. En este contexto, estudia cómo puede afectar este desajuste horario a pacientes con cuadros depresivos.

Uno de los factores que tienen las personas con depresión es la falta de motivación: hay menos ganas y fuerzas para hacer cosas porque no hay algo que los estimule o que les genere una recompensa. Está demostrado que dormir menos de ocho horas repercute en estos cuadros, pero lo que yo quería ver es cómo el desajuste constante del sueño puede acentuar el trastorno”, explica Crespo ante la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ. Y continúa: “Lo que encontré, justamente, es que el jet lag crónico intensifica la depresión porque afecta directamente al sistema motivacional. La presencia de dopamina de aquellos ratones sometidos a un jet lag crónico era muchísimo menor que los que dormían en horarios adecuados”.

Pero, ¿cómo funcionan estos sistemas? El cuerpo humano tiene su propio reloj interno llamado sistema circadiano que se encarga de regular los cambios físicos, mentales y de comportamiento durante un ciclo de 24 horas. Uno de los ritmos biológicos más conocidos es el de sueño/vigilia que indica a la persona cuándo debe permanecer despierto (día) y cuándo debe dormir (noche).

Estos ritmos son principalmente regulados por una región del cerebro llamada Núcleos Supraquiasmáticos. A pesar de que tenemos osciladores circadianos en casi todos los órganos y células del cuerpo, los Núcleos Supraquiasmáticos son el oscilador principal que recibe señales lumínicas desde los ojos y sincroniza al resto de los osciladores”, describe Crespo a la Agencia. En definitiva, se trata de los responsables de acomodar la hora del cuerpo humano con la hora solar.

Así, el desfase horario o jet lag se produce cuando hay un desequilibrio en el reloj interno y las personas tienden a dormir con la luz solar y realizar actividad de noche. Si bien en pocos días el cuerpo se adapta, el problema es cuando trabajadores de determinados sectores están sometidos a un jet lag crónico, ya sea por viajar constantemente de un lugar a otro, por trabajar de noche siempre o en ocasiones únicamente. 

Según esta investigación, entonces, el sistema motivacional se ve afectado ante esta situación. “Este sistema está compuesto por distintas partes del cerebro como el Núcleo Accumbens y el Área Tegmental Ventral. A su vez, la dopamina es una de sus principales hormonas señalizadoras y su principal función es regular la motivación hacia una recompensa, es decir, cuánta satisfacción sentimos al percibir ciertos estímulos. Si hay deficiencias en la motivación, es decir, en el correcto funcionamiento de este sistema, hay que estudiarlos para poder combatirlo desde una cura o un tratamiento”, dice Crespo.

Cómo fueron los ensayos

Para evaluar sobre el efecto del jet lag crónico y los mecanismos que suceden, Crespo realizó este procedimiento en ratones. “Estos animales duermen cuando hay luz y tienen actividad cuando hay oscuridad. El modelo de jet lag crónico que utilicé fue adelantarles seis horas de luz cada dos días, es decir, no duermen menos sino que en horarios incorrectos. Luego, los expuse a una prueba motivacional que consiste en que ellos deben apretar una palanca para así recibir un alimento como recompensa (estímulo)”, cuenta Crespo a la Agencia.

Así, notó que aquellos ratones que estaban con el horario cambiado presionaban menos la palanca para recibir su recompensa, a diferencia del otro grupo de ratones que seguía con su horario normal y estaban motivados para recibir el alimento. Mediante análisis en los cerebros de los animales, advirtió que quienes estaban sometidos al jet lag crónico tenían menor presencia de dopamina.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).