Aguas contaminadas: problemas comunes en busca de soluciones locales

Especialistas de las Universidades Nacionales del Oeste y Arturo Jauretche buscan aportar respuestas concretas.

Agua contaminada. Imagen para UNO UNAJ. Créditos: Tazio Rosales
Agua contaminada. Imagen para UNO UNAJ. Créditos: Tazio Rosales

Por Alejandro Armentia

Una investigadora de la Universidad Nacional del Oeste (UNO) se preguntó cómo mejorar la calidad del agua que se toma y, simultáneamente, contribuir con el cuidado del ambiente. ¿El resultado? Apuntó al desarrollo de membranas poliméricas generadas a partir del reciclado de botellas plásticas con el fin de filtrar agua. Hacia el sur, esta vez en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), un investigador inquieto por la contaminación en arroyos centró su trabajo en un proyecto de monitoreo continuo en cuencas contaminadas. Estas son dos iniciativas que, desde el territorio buscan dar soluciones a problemas sociales y ambientales relacionados con la calidad de agua.

Alejandro Crojethovich es docente e investigador de la UNAJ y director del Programa de Estudios en Ambientes y Territorio. Desde allí lleva adelante el proyecto “Agua y Territorio” que ya va por su cuarta versión. Junto a un grupo de investigadoras e investigadores monitorean la contaminación del arroyo Las Conchitas que atraviesa Florencio Varela y Berazategui. Pero lo hacen con una mirada transversal y su apuesta es contribuir con los municipios en la gestión de la cuenca.

Más allá, en el oeste del conurbano, está Paula González Seligra, doctora en Ciencias Físicas e investigadora del Conicet en el Instituto de Ingenierías y Nuevas Tecnologías de la UNO. Ella inició una nueva línea de investigación que busca, entre otras cuestiones, generar filtros domiciliarios, reutilizables y de bajo costo para descontaminar, a la vez que cuidar el ambiente y transferir ese conocimiento a la industria.

Las distancias son poca cosa cuando el escenario es el mismo. En ese sentido, ambos coinciden en el diagnóstico y la apuesta está en atender las problemáticas locales.

“¡Agua va!”

Tenemos una situación bastante complicada de contaminación, no es muy diferente a lo que pasa en otros arroyos del conurbano. Esto tiene mucho que ver con la situación socio económica de la población, falta de sistemas de red de agua, de cloacas y en algún punto el sistema productivo e industrial que puede estar tirando residuos”, grafica Alejandro Crojethovich

Pero los problemas están interconectados: un arroyo contaminado podría estar afectando la calidad del agua subterránea. Crojethovich amplía el panorama: “La red de agua potable está bastante extendida, un poco menos lo está la de cloacas. Pero la situación es heterogénea. Hay mucha agua de pozo en la cuenca alta, en zonas rurales”. El problema parece estar en los pozos que están cerca de estos arroyos. “Al ser permeable, el agua termina en la napa y si el pozo está cerca y no tiene una buena profundidad, en algún punto se puede estar recibiendo algo de la contaminación del arroyo”.

Paula González Seligra advierte una situación similar: “Es una problemática en la contaminación del agua. En Merlo tenemos zonas muy humildes que quizás utilizan agua de pozo. Sobre todo, teniendo al Río Reconquista que posiblemente esté filtrando contaminación hacia las aguas subterráneas. Apuntamos a eso: poder brindar soluciones a las familias de la localidad”.

Crojethovich afirma que “territorialmente venimos trabajando en la cuenca del arroyo Las Conchitas de Florencio Varela con la finalidad de extendernos hacia otros lugares”. Por su parte, González Seligra señala que “la contaminación del agua es un problema mundial, nacional y local, y la idea de nuestros proyectos es aportar desde las ciencias físicas e ingenierías a esta problemática”.

De botellas plásticas a filtros

Ante un escenario de incertidumbre en relación a la calidad del agua para el consumo, desde la UNO se encuentran desarrollando materiales para poder filtrar el agua a partir de membranas poliméricas que sean capaces de retener distintos contaminantes específicos, estos podrían ser: metales pesados, arsénico y bacterias. “Depende del agua que se quiera filtrar”, dice González Seligra.

No solo eso. Evalúan la posibilidad de generar estas membranas (similar a una malla o una tela) a partir de materiales reciclados como botellas plásticas. “Para obtener estas mallas de polímeros estamos trabajando con polietileno. Este es un polímero simple con el que se hacen las botellas plásticas y está ampliamente difundido en las industrias. Lo interesante de esto es que podemos trabajar con material reciclado. Las botellas de bebidas, por ejemplo, las trituraríamos y las meteríamos en el equipo. Esto nos permitiría remediar agua, pero también cuidando el medioambiente”, explica.  

Por otro lado, el proyecto apunta a obtener un material durable, reutilizable, con la finalidad de transferir el conocimiento a la industria. En este nuevo proyecto, la investigadora de la UNO colabora con un grupo de la UBA que trabaja con materiales para la remediación del agua. “Ellos utilizan una técnica que se denomina electro hilado que puede ser escalable y de fácil traspaso a la industria. Desde la UNO queremos llegar a eso, pero esto lleva un tiempo. Ahora estamos trabajando con una técnica que se llama hilado centrífugo”.

¿Qué es esto? La investigadora describe el proceso: “Se trata de un equipo donde el material se coloca en una cavidad y se somete a calor y fuerzas centrífugas (mediante rotación). El polímero se funde y sale de la cavidad por unos orificios para depositarse en las paredes del equipo generando fibras que forman una malla que nosotros recolectamos. Esta sería la materia prima para un filtro, por ejemplo”. 

Las membranas o mallas son parte de un proceso de filtración. “Por su versatilidad podría pensarse en múltiples aplicaciones, entre ellas, como parte de un dispositivo de filtro de uso domiciliario para retener bacterias; complementándose con carbón activado para quitar el cloro, olor o sabor”, explica González Seligra.

En ese sentido, la investigadora del Conicet asegura que “el primer paso del proyecto es comprobar si nuestro material puede retener bacterias”. El Código Alimentario Argentino determina cuáles son las condiciones que debe tener el agua para el consumo, entre ellas la cantidad de bacterias. Respecto a esto, la investigadora apunta a probar si esta membrana retiene bacterias como la Escherichia coli y Pseudomonas aeruginosa.

Por su versatilidad, a estas mallas a su vez se le puede incorporar “principios activos o nanopartículas para retener contaminantes específicos”. En ese sentido, a futuro, el equipo de científicas planea emplear nanotecnología para complementar las propiedades de filtrado de la membrana. Las membranas, en este caso, harían de portadoras de estas nanopartículas. “Para retener contaminantes específicos como metales pesados necesitamos ponerle absorbentes a nuestra membrana, para que actúen contra esas partículas y las atrapen. De modo que al material base se le incorporarían nanopartículas que podrían ser de hierro”.

Por otro lado, la UNO está vinculada con la remediación del Río Reconquista, uno de los ríos más contaminados, “estando cerca y teniendo a la Universidad afectada, la idea también es contribuir a esa causa con muestras de agua y comprobar si se pueden retener las bacterias que están contenidas allí”, asegura la especialista.

Una mirada transversal

La cuenca del arroyo Las Conchitas nace en Florencia Varela, una parte pasa por la localidad Presidente Perón y sigue por Berazategui para desembocar en el Río de la Plata. “Tiene como gran parte de las cuencas urbanas -y más en el conurbano- problemas interconectados. Cuando uno mide la contaminación se mide la contaminación de industrias que tiran residuos y población que no tiene sistemas cloacales de red con lo cual también terminan en el arroyo”, asegura Alejandro Crojethovich.

“Hacemos análisis de contaminación de la cuenca porque no había muchos datos. En general en Argentina los datos primarios de contaminación en un arroyo, río o lago, o no están disponibles o son muy escasos”, dice. Pero aclara: “Nuestra idea es tener algo que nos permita juntar información constantemente”. Ese es el desafío.

El proyecto “Agua y territorio” surge desde el Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la UNAJ. Crojethovich dice que por esta razón “tenemos una mirada más transversal con respecto a lo que pasa en una cuenca donde tenés elementos sociales, ambientales, productivos y económicos”. Y advierte que “en general estos estudios no se conectan entre sí, hay mucha fragmentación en las investigaciones que se hacen”. Esto condujo a que investigadoras e investigadores elaboren un modelo que conecte diferentes aspectos en relación con la cuenca del arroyo.

“El conurbano sur tiene algunas particularidades que no tiene el norte. Por eso lo tomamos como una unidad de estudio”, explica. La idea del proyecto es “tener un desarrollo de datos de información de la contaminación y, por otro lado, hacer un modelo”. ¿De qué se trata ese modelo? Crojethovich lo denomina “modelo de resiliencia”. Esto es: “cómo podemos adaptarnos a algo que nos afecta”.

“En el caso de los recursos hídricos -explica el investigador- no nos referimos solo al arroyo sino también a toda la gente que está alrededor. La resiliencia sería cómo se organizan los actores: el arroyo, la población, la industria o el sistema productivo -que también tiene un rol importante en la gestión de la cuenca- y el municipio como gestor principal. Y cómo estos actores se organizan frente a algo que los puede afectar a largo plazo como el cambio climático o la post pandemia”, afirma Crojethovich.

Por otro lado, se busca conocer los usos del suelo: “encontramos que hay una relación en lo que hay alrededor de la cuenca, qué se hace y la calidad del agua. Mediante este modelo, si el Municipio va a hacer cambios en las riberas y los costados de los arroyos, por ejemplo, podríamos decirles cómo esos cambios podrían influir en la calidad del agua. No es solo tener muestreos puntuales”, dice. Pero, ¿cómo lograr muestras constantes de la contaminación?

En tiempo real

“Los muestreos de calidad de agua son fotos del momento en el que se toma la muestra por lo que sería un dato muy parcial. En ese sentido estamos desarrollando medidores automáticos que se colocan en el agua y en tiempo real envían información constante de la contaminación”. Estos medidores existen, pero son caros. A raíz de esto, Crojethovich elaboró la siguiente propuesta: “desarrollarlos nosotros y de esta manera llenar una cuenca con medidores que permitan contar con información muy detallada que, además, podría llegar al municipio”. Por otro lado, el investigador aclara que se trata de una tecnología que se podría aplicar a otros ríos y arroyos.

Alejandro Crojethovich destaca que para llevar adelante esta versión de “Agua y territorio”, “hemos tenido un apoyo continuo de la UNAJ y los municipios”. Los trabajos realizados se hicieron con la colaboración de otras universidades nacionales como la de Avellaneda (UNDAV) y la de Quilmes (UNQ). Y subraya que este esfuerzo que parte del Estado “es un dinero que es invertido en ciencia y que llega con algún tipo de solución para la gente”.

En la misma línea, Paula González Seligra puntualiza que “es algo maravilloso que desde una universidad del conurbano podamos aportar soluciones al problema de la contaminación en agua”. Para cerrar, la investigadora se refiere al alcance del proyecto que lidera: “Esta buenísimo trabajar desde la UNO en esta línea de investigación apuntando hacia políticas ambientales: utilizando materiales reciclados, con técnicas que no contaminen el medio ambiente y buscando soluciones concretas a problemas reales de la sociedad”.

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