Mandarinas, la cooperativa textil que confecciona productos cotidianos con bolsas plásticas recicladas

Al reutilizar uno de los mayores contaminantes del mundo, las mujeres crean artículos como cartucheras, neceseres, materas o billeteras.

Mujeres Cooperativa Textil Mandarinas.
Organizado por mujeres y disidencias, la cooperativa textil Mandarinas confecciona desde remeras hasta billeteras con material reciclado. Créditos: Mandarinas.

En el barrio de Chacarita funciona, desde hace diez años, Mandarinas, una cooperativa textil formada íntegramente por mujeres que produce remeras y objetos de uso cotidiano a partir de bolsas de plástico recicladas; a su vez, ofrece servicios de moldería, corte, confección, bordados y estampados. “Somos mujeres que queremos una salida laboral, aprender del oficio y también mostrar que hay una forma distinta de producir, con un espíritu mas cooperativo y amigable con el ambiente”, cuenta Sofía Revillard, coordinadora de la cooperativa, a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.

Según Naciones Unidas, cada año se producen cerca de cinco billones de bolsas de plástico en el mundo. Si bien su uso es de quince minutos aproximadamente, su degradación tarda décadas y, mientras lo hace, desprende cientos de miles de microplásticos, aditivos y tóxicos que contaminan suelos, ríos, humedales y océanos. En un contexto de calentamiento global, que se tomen medidas –por más grande o pequeña que sea– es urgente, y de eso se encarga Mandarinas.

Allí producen remeras y objetos de uso cotidiano a partir de bolsas de plástico recicladas. Las recolectan, las limpian, elaboran el diseño y, mediante la técnica de termofusión que permite reutilizar el plástico o el nylon, crean los artículos. “La primera experiencia que tuvimos con el reciclaje fue cuando desarrollamos una bolsa de jean a partir de telas de descarte para una marca chica. Más tarde, nos contacto una fábrica de textiles para donarnos sus desperdicios de los cortes, y con eso comenzamos a producir alfombras y bolsas tejidas. Finalmente llego la técnica de termofusión, que resolvía el problema de conseguir la materia prima para hacer una tela”, rememora Revillard ante la Agencia.

Y continúa: “Cada una de nosotras tenía bolsas sin usar en su casa y, a través de capacitaciones a las compañeras, enseñamos cómo tratar este material para la confección. La técnica de termofusión implica tomar una postura respecto de nuestro consumo constante de plásticos”. De esta manera, ya elaboraron cartucheras, billeteras, materas, neceseres y bolsas para compras. Sus metas van desde reducir la generación de residuos al reincorporar los materiales en el circuito productivo y generar conciencia ambiental hasta formar a las personas en el rubro textil a través de capacitaciones y talleres.

Mujer confeccionando ropa.
La cooperativa realiza servicios de moldería, corte, confección, bordados y estampados. Créditos: Sebastián Mandrafina / Nota al Pie.

Perteneciente al movimiento Libres del Sur, la cooperativa Mandarinas nació al calor de las luchas sociales y políticas, donde las militantes coincidieron en tener saberes de corte y confección y decidieron crear un espacio propio de trabajo. Su nombre también surge de las movilizaciones: en las distintas jornadas, las mujeres llevaban cajones de mandarinas para alimentarse durante el día.

El interés surgió, por un lado, por la situación actual del planeta. El exceso que generamos de plásticos nos lleva a replantearnos desde nuestro lugar de productoras cómo son los procesos y si hay algo que podamos modificar para dar nuestra puntada reparadora. Por el otro, para dar una herramienta para realizar eco productos, que surgen a a partir de reciclar, cuyo único costo que tienen es el del tiempo invertido en realizarlos“, detalla la diseñadora de indumentaria. Además, buscan eliminar los cierres de las cartucheras u otras piezas para que el producto “este verdaderamente libre de plásticos”.

Un país que se recicla

En un contexto de inflación y mega ajuste, trabajar en cooperativa no es fácil, y así lo describe Revillard: “Es difícil sostener y contener pero apostamos a la creatividad y a buscar alternativas, como proponer a nuestros clientes productos accesibles. En los grupos siempre se ve un reflejo de lo que pasa en el resto de la sociedad: por ejemplo, hay compañeras que se mete hacia adentro y saca su individualidad por delante del resto, y después hay otras que sorprenden y plantean que con más trabajo vamos a estar mejor, que hay que buscar más clientes, ferias y seguir para adelante. Esa actitud es contagiosa, genera que los grupos se afiancen y la idea es apostar a que eso suceda”.

Y agrega: “Los derechos que tenemos no los podemos discutir. Los ganamos y no vamos a volver para atrás. Argentina es un gran país, con muchas idas y vueltas, pero siempre nos reinventamos y nos reciclamos. No sabemos cuánto nos va a golpear esta crisis pero trabajar de manera colectiva nos dará la fuerza para salir adelante“.


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Luciana Mazzini Puga

Licenciada en Comunicación Social (UNQ).