Guerra y televisión: mentiras, manipulación y morbo
La invasión de Rusia a Ucrania recuerda cómo, durante el siglo pasado, los medios trabajaron en la espectacularización de la violencia y el terror. Las estrategias para narrar lo inenarrable.
Por Daniel González*
La guerra es una de las peores aberraciones de la vida social, más allá de quien la promueva, de quien la inicie, de quien la gane y de quien la televise. Los acontecimientos de impacto global y en particular los conflictos bélicos suelen ser globos de ensayo de la construcción de narrativas comunicacionales que demuestran que los Estados en conflicto le otorgan gran importancia tanto a la estrategia militar como a la representación social de la misma. Así como hay una guerra por la posesión territorial, también hay una batalla por el consenso social de la causa armada.
Desde los primeros años del cine, y con la necesidad de recopilar imágenes de los conflictos bélicos, nació la prensa filmada hacia 1908 con Pathe Journal y Gaumont Actualitésen 1910, creando un campo propicio para el desarrollo del noticiero cinematográfico en el mundo. Entre Pathe y Gaumont abastecían al 90 por ciento del cine europeo, y los noticieros giraban alrededor de registros de catástrofes, la vida de las celebridades o los deportes. Pero la Primera Guerra Mundial supuso un cambio significativo, ya que los países participantes necesitaban influir sobre la producción de imágenes del conflicto y volvió a algunos Estados financiantes de los noticieros.
Uno de los ejemplos más notableses el del Estado francés que creó una unidad con más de ochocientos fotógrafos y camarógrafos dentro de la propia estructura del ejército.
Vietnam, la primera guerra televisada
La niña del napalm, un policía descargando su revolver en la sien de un guerrillero del Vietcong, o miles de universitarios protestando en Washington contra la guerra son las imágenes que se convirtieron en iconografías de la guerra de Vietnam.
Desde los años cincuenta la televisión empezó a convertirse en el medio masivo preponderante, y Vietnam fue la primera guerra televisada, aunque con la ausencia de un control exhaustivo de las transmisiones, las imágenes que llegaban a los hogares generaron un rechazo explícito de la sociedad civil norteamericana que llevó a la finalización del conflicto.
Malvinas
Con el desembarco argentino en Malvinas, se puso en marcha un operativo informativo al servicio del conflicto. Los militares argentinos conocían bien la experiencia de Estados Unidos por Vietnam, y ello sirvió para que Malvinas se convirtiera en un laboratorio de estrategias informativas.
Desde el 79´, ATC emitía un noticiero llamado 60 Minutos, y fue el elegido por el gobierno como información oficial del conflicto. Y de la misma manera en que durante 1978 el mundial fue el dueño del rating, Malvinas y las noticias hicieron lo propio desde su comienzo en abril de 1982. 60 Minutos, conducido por José Gómez Fuentes, Silvia Fernández Barrios y María Larreta y con informes diarios desde Malvinas realizados por Nicolás Kasanzew es el segmento más seguido. Pero el formato informativo se convirtió en una herramienta de manipulación y desinformación. El material que mandaba Kasanzew desde Malvinas nunca llegaba al canal antes de pasar por el comité militar.
“Vamos ganando”, decía José Gómez Fuentes, que llegó a informar que se había averiado al portaviones británico “Invencible”, que retornó, de hecho, sano y salvo a Gran Bretaña. Mentira y manipulación es la síntesis de la información durante Malvinas. La derrota en las Islas y el fin de la dictadura puso en marcha el proceso de desmalvinización, es decir, acallar todos los testimonios del horror en la Guerra y las aberraciones a las que fueron sometidos los soldados argentinos. Es decir, luego de tantas horas de Malvinas en la televisión, se pasó al silencio y al olvido. Pero más allá del final de la dictadura, el ejército argentino mantuvo demasiadas influencias sobre los organismos públicos, sobre las instituciones políticas y sobre los medios de comunicación. Como resultado, hubo que esperar varios años para retomar el debate sobre una tragedia como la Guerra y todas sus consecuencias.
La guerra del Golfo
La década de 1990 muestra una significativa caída de la información en los canales abiertos generalistas. Pero un evento marcó el carácter informativo audiovisual: la guerra del Golfo Pérsico, un acontecimiento que le devuelve horas de información a la televisión y establece una bisagra en la construcción de la información televisiva.
La televisación de la guerra del Golfo se produjo a partir de un acuerdo que el propio comando de las fuerzas aliadas (con la hegemonía del Pentágono norteamericano) firmó con la cadena masiva CNN. La cobertura incluía accesos exclusivos a zonas de combate con las apariciones del corresponsal exclusivo en Bagdad Peter Arnett. Fueron diversas las estrategias que permitieron mostrar aquella guerra como un paseo, con la ausencia absoluta de muertos, de ciudades arrasadas, de víctimas civiles, etc. Todas estas estrategias de control se justifican con el concepto de “Guerra Limpia”.
La Guerra del Golfo fue preparada para su difusión en los medios de comunicación donde los bombardeos se exhibían como fuegos artificiales, las imágenes captadas desde los aviones parecían simuladores de videojuegos. Con el objetivo de vetar todas las imágenes de sangre, de destrucción y horror que proporciona la realidad de cualquier guerra, la televisación generó un 54 por ciento de imágenes de estudio, entrevistas, reporteros, fotos, gráficos y mapas, 7 por ciento de material bélico, 2 por ciento de actividades bélicas y 1 por ciento de muertes, prisioneros y refugiados.
El exitoso modelo informativo del Golfo, se profundizó en Kosovo y Kabul.
Ucrania
Luego de cinco décadas de guerras iniciadas por Estados Unidos y la OTAN, la invasión de Rusia a Ucrania cambió el eje de representación televisiva y alineó a los canales públicos y privados de Occidente en un repudio explícito y personalizado a la figura de Vladimir Putin y la cultura rusa. Consecuencia de eso, la guerra volvió a poner en primer plano los bombardeos, los refugiados y la destrucción. A las ya conocidas formas de espectacularización, el sensacionalismo,la inclusión de escenas de ficcionalización y, fundamentalmente, a una dependencia de la producción de imágenes que respalden, documenten e impacten en el tratamiento informativo.La espectacularización de la información suele ser la pérdida de la profundidad y la descontextualización.
Pero este conflicto se da en un tiempo donde la televisión no es el único productor ni emisor de imágenes. Los sitios digitales y redes sociales, más allá de sus virtudes, dieron vida a nuevos procesos de desinformación y noticias falsas. A veces filtradas en los vertiginosos tiempos de la actualidad, y otras veces a conciencia de su uso, las fake news pusieron a trabajar a destajo a los sitios de chequeo de información y la veracidad informativa está cada vez más a la deriva.
En los estudios de violencia televisiva, Manuel Garrido Lora marca que “junto a la propia violencia de los hechos informados, hay también violencia en la forma de contarlos. Ese espectáculo de la violencia genera un escenario que incide directamente en la percepción de la realidad por parte de los ciudadanos”.
*Docente, investigador y director del Departamento de Ciencias Sociales de la UNQ.
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