Daniel Filmus: “No hay forma de imaginar el futuro de un país autónomo sin ciencia y tecnología”
En el marco de la firma del convenio para el financiamiento del “Centro Educativo para la ciencia y la Tecnología-Quilmes TEC” realizado en la Universidad Nacional de Quilmes, la Agencia de Noticias Científicas dialogó con Daniel Filmus, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, sobre la importancia de producir conocimiento en las universidades nacionales.
–¿Qué rol cumplen las universidades en la producción y la comunicación de la ciencia?
-Las universidades constituyen uno de los principales centros de producción y divulgación de la ciencia, así como también de enseñanza de la misma. Desde el ministerio buscamos que exista un trabajo en conjunto: con un conocimiento que avanza tan rápido, surge una exigencia natural de que la universidad produzca y distribuya ciencia, y que una buena parte de sus profesores sean investigadores también. No es la idea que haya universidades que produzcan ciencia por un lado, y otras que la distribuyan, por otro. El objetivo es que se trabaje de manera articulada.
-En este sentido, ¿qué rol desempeña la UNQ?
-La Universidad Nacional de Quilmes ha desarrollado un modelo virtuoso tanto de docencia como de investigación que se articula muy bien con el ministerio. Las mejores investigaciones se vienen desarrollando acá, en el caso de la pandemia se vio muy claro. Además, esta institución tiene una proyección de extensión universitaria, es decir, busca atender los problemas que presenta la comunidad que lo rodea.
–¿De qué manera la ciencia y la tecnología se establecen como un área fundamental para el progreso del país?
–No hay forma de imaginar el futuro de un país autónomo sin ciencia y tecnología. Nosotros imaginamos esto en cuatro dimensiones. En primer lugar, pensamos todo lo que tiene que ver con ciencia básica con el objetivo de avanzar hacia nuevos conocimientos; y, en segunda instancia, evaluamos cómo la ciencia tiene que estar al servicio de resolver los temas de la sociedad.
-¿Y las otras dos dimensiones?
-Además, pensamos en cómo la ciencia transforma el modelo productivo nacional e impacta, con la transferencia tecnológica, en las condiciones de producción y de servicio del país. Por último, también consideramos que tener ciencia y tecnología propia representa un paso más en el camino hacia la soberanía del país. Un buen ejemplo es la vacuna ARVAC Cecilia Grierson que ya está aprobada para hacer análisis en humanos. Es la primera vez que sucede esto en Argentina, y nos brinda la capacidad de exportar, en principio, a América Latina. Creemos que es importante que haya políticas de Estado destinadas a CyT ya que los desarrollos llevan tiempo y su continuidad es imprescindible.