Voces silenciadas: ¿cómo impacta la tecnología en el desarrollo del lenguaje infantil?
Nuevas investigaciones explican por qué la exposición inapropiada o excesiva a videos en niños pequeños, puede tener efectos negativos en este proceso vital. La perspectiva de una experta.
El lenguaje, una herramienta fundamental para la comunicación humana, desempeña un papel crucial en el desarrollo infantil. No obstante, el uso inadecuado o excesivo de la tecnología puede tener repercusiones negativas en este proceso vital. En este contexto, un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad Metodista del Sur, ubicada en Estados Unidos, resalta que la exposición pasiva a videos en niños pequeños puede incidir negativamente en su desarrollo lingüístico.
Los hallazgos de esta investigación, publicados en la revista Acta Paediatrica, indican que los niños de entre 17 y 30 meses de edad pasan aproximadamente dos horas diarias viendo videos, lo cual representa un aumento sustancial del 100 por ciento en comparación con estimaciones previas recopiladas antes de la pandemia de COVID-19. Esta creciente exposición a medios digitales se asocia con un impacto adverso en el desarrollo del vocabulario.
El trabajo revela que los niños expuestos principalmente a videos con fines de entretenimiento muestran una disminución en el uso de frases u oraciones que contienen múltiples palabras. Sin embargo, también se señala que este efecto negativo puede mitigarse cuando los videos se emplean con propósitos educativos o para fomentar la interacción social, como ocurre en el caso de los videochats con familiares.
Conexión digital, desconexión verbal
Según explica a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, María Eugenia Fernández, especialista en foniatría y fonoaudiología, los niños atraviesan etapas críticas en el desarrollo del lenguaje durante los primeros años de vida, especialmente entre los 18 y 24 meses, período en el cual están altamente receptivos al aprendizaje lingüístico. “Durante esta fase, absorben conocimientos de manera eficiente, incluyendo el lenguaje, a través de interacciones sociales y comunicativas significativas. Sin embargo, la sobreexposición a la tecnología puede obstaculizar dicho desarrollo al privarlos de estas interacciones necesarias”.
Asimismo, entre los 3 y 5 años, experimentan un notable aumento en la expansión de su vocabulario, siendo este período crucial para adquirir las habilidades lingüísticas necesarias para una comunicación efectiva. En este sentido, el uso excesivo de dispositivos tecnológicos durante estos años puede retardar este proceso, al limitar las interacciones verbales con adultos y cuidadores.
Siguiendo esta línea, Fernández advierte que el exceso de exposición a la tecnología puede generar un retraso en el desarrollo del lenguaje y las habilidades lingüísticas, ya que los niños podrían preferir la interacción con las pantallas sobre la interacción humana. Esta preferencia puede tener consecuencias negativas más allá del ámbito lingüístico, afectando la conducta, la alimentación y el sueño de los niños, debido a la falta de diálogo, comunicación e interacción social que se genera.
Ni tanto ni tan poco
En el contexto del impacto de la tecnología en el desarrollo infantil, es importante destacar que no todos sus efectos son negativos. Más bien, la tecnología puede desempeñar un papel valioso cuando se utiliza de manera responsable y moderada. Según la opinión de expertos, los adultos, especialmente los padres, tienen un rol clave en la regulación del uso de la tecnología por parte de los niños. Esto implica establecer límites de tiempo y supervisar los contenidos que consumen, acciones que contribuyen a mantener un equilibrio saludable.
Así, se recomienda restringir el tiempo de exposición a pantallas a no más de 30 minutos al día para niños menores de 3 años, y hasta 2 horas al día para niños mayores de esa edad, considerando diversos dispositivos como teléfonos celulares, tabletas, computadoras y televisores. Es imperativo organizar este tiempo dentro de un horario definido y evitar el uso de dispositivos durante las comidas y antes de dormir.
En lugar de depender de la tecnología como una solución fácil para calmar o entretener a los niños, se promueve la realización de actividades que fomenten la interacción verbal y la comunicación, como narrar historias, jugar con palabras o simplemente conversar en familia. Se resalta el momento de la cena como una oportunidad propicia para ello, ya que permite compartir experiencias y fortalecer los lazos familiares a través del diálogo y la expresión verbal.
Con todo, la moderación y la supervisión por parte de los adultos son elementos fundamentales para aprovechar los beneficios de la tecnología sin comprometer el progreso lingüístico y social de los más pequeños.