Transición energética: ¿para qué sirve el hidrógeno y cómo puede aprovecharlo Argentina?
Investigadores de la UNQ y el Instituto Alemán de Desarrollo y Sustentabilidad analizan las posibilidades y los obstáculos para impulsarlo en el país.
En los últimos años, el concepto de transición energética ganó protagonismo. El abandono de los combustibles fósiles por energías renovables es un paso necesario si se quiere moderar el aumento de la temperatura del planeta y mitigar los efectos del cambio climático. En este contexto donde algunos países firman acuerdos con objetivos a largo plazo –uno de los más conocidos es reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para el año 2050–, se abren nuevas posibilidades de desarrollo. Desde aquí, uno de los protagonistas es el hidrógeno, que puede producirse con bajas emisiones de carbono y utilizarse en sectores como la industria pesada y el transporte mundial, que representan alrededor de un cuarto de las emisiones mundiales de GEI.
Este combustible representa una oportunidad para que los países de ingresos bajos y medios puedan convertirse en productores y exportadores a nivel mundial. De hecho, según un informe del Banco Mundial, “Chile tiene previsto producir para 2030 el hidrógeno con bajas emisiones de carbono más barato del mundo y posicionarse entre los tres principales exportadores para 2040”.
Para conocer cómo es la situación en Argentina, la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad de Quilmes dialogó con miembros del proyecto “Hidrógeno de bajas emisiones en Argentina y Uruguay: formulación de políticas en condiciones de alta incertidumbre tecnológica y sistémica”, realizado por el Instituto Alemán de Desarrollo y Sustentabilidad (IDOS), la UNQ a través del Centro de Estudios sobre Desarrollo, Innovación y Economía Política, la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y la Universidad de la República (UdelaR) uruguaya.
“Argentina tiene mucho potencial para enmarcarse como productor de hidrógeno verde. Sin embargo, todavía no vemos un escenario de incorporación en el mercado interno significativo. Aunque no hay muchos interesados en ser consumidores de ese hidrógeno de bajas emisiones, sí vemos una demanda mundial para ser proveedores de hidrógeno en sus distintas formas”, explica Guido Perrone, docente e investigador de la UNQ que forma parte del Proyecto.
Ventajas e incertidumbres
La producción de hidrógeno a base de energías renovables es una industria que tiene potencial en el país. “Argentina tiene muchos recursos de energías renovables a partir del viento que hay en la Patagonia y el sur de Buenos Aires, y del sol en las provincias de Cuyo. Además tiene mucho conocimiento técnico y experiencia en la industria de combustibles fósiles y energía nuclear. Sin embargo, la economía del hidrógeno está en desarrollo con muchísimos interrogantes ya que se requiere de mucho desarrollo tecnológico”, resalta Perrone.
En Argentina, el hidrógeno de bajas emisiones puede producirse de tres maneras. El más conocido es el hidrógeno verde, que se elabora a partir de energía eólica o solar y consiste en descomponer la molécula de agua para separar el hidrógeno del oxígeno y almacenarlo. Por su parte, el hidrógeno azul se produce a través del gas natural y se capturan las emisiones de dióxido de carbono que suelen liberarse a la atmósfera. La última opción es el hidrógeno rosa y, si bien es parecido al verde, no se genera con energía eléctrica sino nuclear.
“Cada opción tiene sus propias ventajas de oportunidad y Argentina tiene más fuentes para producir hidrógeno que Uruguay. No obstante, una de las desventajas es que las rutas de producción son diferentes y no se sabe si los principales mercados del mundo van a certificar el hidrógeno azul como de bajas emisiones. Entonces, esto dificulta la concreción de proyectos de gran envergadura que requieren de mucha inversión”, cuenta Rita Strohmaier, investigadora del Programa de Transformación del Sistema Económico y Social del IDOS.
Según relatan los investigadores, otro riesgo en el mercado del hidrógeno está asociado a los vaivenes políticos, a la falta de marcos regulatorios, a la inestabilidad macroeconómica y a la ausencia de políticas públicas duraderas que permitan realizar proyectos e inversiones de mediano y largo plazo.
Atraer capitales, conocimientos e industrias
Una de las claves para la producción de hidrógeno a partir de energías renovables es que necesita de mucho dinero para poder llevarse adelante. Además, se requiere formación, investigación, desarrollo tecnológico y reglas claras que coincidan entre los países productores y los países demandantes. Por eso, la cooperación internacional es clave para que los países como Argentina puedan reconvertir su matriz energética, tanto para consumo interno, como para exportarlo a los países que lo demanden.
“Estamos en el nacimiento del sector y todavía hay mucha incertidumbre. Todo es muy dinámico y no sabemos qué cantidad de hidrógeno necesitamos en Europa para 2030. También está la posibilidad de que industrias muy importantes, como el acero en Alemania, vayan a producir a otro país para tener costos energéticos menores. Entonces, se vienen muchas más oportunidades para Argentina”, subraya Strohmaier.