Soledad Falco: “Hablar de la Antártida es una decisión política y social”

La comunicadora reflexionó sobre su experiencia de investigación en el extremo sur argentino y la importancia de desarrollar el concepto de soberanía ambiental.

Soledad Falco integra el Observatorio en Comunicación y Ambiente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Créditos: Comisión de Investigaciones Científicas.
Soledad Falco integra el Observatorio en Comunicación y Ambiente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Créditos: Comisión de Investigaciones Científicas.

Por Mariana Hidalgo y David Barresi

En la Antártida se hace investigación científica desde 1904 pero el espacio para las ciencias sociales es prácticamente nulo. En enero del 2024, mientras el Gobierno nacional comenzaba un brutal ajuste que afectó a todo el sistema científico tecnológico, Soledad Falco logró viajar hasta el continente blanco para llevar adelante su investigación y ser una de las pocas comunicadoras sociales en compartir esa experiencia junto a las científicas y científicos argentinos que habitan las diferentes bases. 

Falco integra el Observatorio en Comunicación y Ambiente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y es la referente en el área de comunicación de la ciencia de la Secretaría de Ambiente de dicha unidad académica.

En diálogo con Soberanía Científica, el ciclo de divulgación producido por la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC), la especialista nos cuenta cómo fue su estadía en la Antártida, de qué manera los científicos y científicas argentinas construyen soberanía en el territorio, cuál es el lugar de las ciencias sociales y la importancia estratégica que tiene el desarrollo de estas temáticas en las infancias y adolescencias. 

“Siempre decimos que no se ama lo que no se conoce, y tampoco se defiende. Entonces si nosotros no conocemos la Antártida y no la amamos, no la vamos a defender. Y si no la defendemos nosotros que somos los profesionales que estamos preparados, no la va a defender nadie”, afirmó. 

-¿De qué hablamos cuando hablamos de “La Antártida”?

-Tenemos que entender algo: la Antártida no es solo ese territorio que tenemos que cuidar y conservar. Detrás hay relaciones de poder, hay otros países. Nosotros entendemos que la soberanía es sobre Malvinas, sobre Antártida y sobre el sector antártico argentino, que es ese triángulo que todos conocemos. En ese triángulo nosotros no podemos reclamar porque desde 1959 está el Tratado Antártico, que suspende los reclamos de soberanía en organismos internacionales, a diferencia de Malvinas donde nosotros sí podemos hacerlo. En ese triángulo podemos hacer permanencia, podemos hacer ciencia, podemos hacer un montón de cosas como argentinos y argentinas, pero no podemos reclamar. Tengamos en cuenta que Argentina tiene ese pequeño triángulo que toma toda la península, pero sobre eso y superando los límites de lo que nosotros reivindicamos como sector Antártico Argentino, el Reino Unido y Chile también tienen una reivindicación de territorio. Pero Chile no es nuestro enemigo, no es una fuerza imperial, si nos pusimos de acuerdo con el Canal de Beagle, podemos resolver las cosas. Ahora, con el Imperio Británico tenemos una pelea de hace 200 años.

-¿De qué se trata tu investigación?

Mi objetivo es tratar de indagar sobre las formas de construir el concepto de soberanía desde la comunicación de la ciencia con perspectiva ambiental, en tres universos: uno es el de los paper que publican científicas y científicos que investigan en la Antártida, indagar dónde los publican, qué toponimia usan. Nosotros tenemos nuestra propia toponimia que es del Instituto Geográfico Nacional en la Antártida y después internacionalmente hay otras, que la mayoría son inglesas. Entonces en eso hay una cuestión de soberanía, de cómo lo podemos plasmar. El otro es ver cómo se relatan a sí mismos, cómo es su voz respecto a la soberanía, cómo la ven, la sienten, cómo consideran que la están desarrollando. Y el tercero es a través de los medios. La mayoría de los medios de comunicación nacionales, Página 12, Ámbito Financiero, Clarín, La Nación, etc, al momento de hablar de alguna problemática ambiental en la Antártida, sus fuentes de información son inglesas. Hablan con el Instituto inglés de Ciencia Antártica y no con el argentino. En el Instituto Antártico tenemos más de 40 proyectos de investigación respecto del ambiente en la Antártida y no lo citan. Los medios de comunicación argentinos hablan de lo que dicen los ingleses. Entonces, para que nosotros podamos cuidar y defender un territorio que consideramos propio cuando el Tratado Antártico no esté más, tenemos que tener claro que es nuestro. Defenderlo, además, de enemigos internos. Cuando veo que La Nación cita a los ingleses, se entiende perfectamente por qué no cita también fuentes argentinas. 

-¿Por qué se consultan fuentes inglesas? 

-Para mi hay dos cuestiones importantes: por un lado, nuestras científicas y científicos han sido desmerecidos tantas veces que me parece que nos quitamos valor nosotros mismos. La ciencia argentina es de excelencia, pero a veces es necesario que desde los organismos del Estado nos hagan ver así, como lo que creemos y sabemos que somos. Una de las grandes cuestiones pasa por ahí, por lo que se construye con esas noticias. Hablamos de una construcción soberana de la ciencia, de la comunicación, del territorio y me parece que los intereses de los medios hegemónicos no siempre son esos. 

-¿Cómo se te ocurrió dedicarte a investigar la Antártida?

-A partir del trabajo dentro del Observatorio me di cuenta que se hablaba mucho sobre soberanía en el Atlántico Sur, pero cuando construimos ese concepto dejamos afuera a la Antártida. Tenemos muy clara la identidad malvinera, desde lo académico y desde la sociedad pero al Atlántico Sur siempre le dimos la espalda como sociedad. Ser un país agroexportador habla de que no nos consideramos un país marítimo. Entonces me empecé a preguntar qué pasaba con esos recursos, con esos bienes comunes del mar o del océano. Revisé a quienes seguían temas sobre la Antártida y me di cuenta que nadie hablaba desde el concepto de ambiente. Así que me puse a investigar y me enamoré del tema. Además pude viajar hasta allá, algo que este año ya está descartado porque no hay presupuesto para las ciencias sociales. El año pasado había tres plazas para ocupar, hoy ya no están. 

-¿Con qué te encontraste allá? 

-Cuando fui a hacer el trabajo, no sabía nada. Había estudiado un montón pero definitivamente no sabía nada. El recorrido lo hice con el Rompehielos Almirante Irizar y la derrota, como se denomina el recorrido del barco, duró un mes. A las científicas, científicos y guardaparques, les hacía una entrevista en tres pasos: que me contaran cómo llegaron ahí, qué hacían y qué significaba para ellos la soberanía. En todos los casos terminaban llorando porque cuando estás ahí tenés completamente claro que estás construyendo soberanía pero cuando tenés que describirlo te das cuenta que personal, profesional y emocionalmente es un montón. Yo aprendí mucho de ellos. Por ejemplo, en Base Carlini, hay un proyecto de la UNLP donde hacen investigación sobre mamíferos, lobos marinos, focas, etc, las investigadoras y los investigadores tienen que acercarse a los harenes de lobos marinos, tomar los cachorros sin que el macho o la hembra los venga a atacar, pesarlo, sacarle sangre, etc. Tienen un trabajo físicamente muy expuesto y sin embargo, después de que les preguntás por soberanía, se emocionan, lloran y a la vez te dicen ‘yo estoy haciendo esto y esto sirve para entender cómo es el planeta’. Es maravilloso.  

-¿Por qué creés que a nivel social no existe conciencia de todo ese mundo que describís?

-No lo tomamos como un ambiente más. De hecho nosotros hablamos de la provincia de Tierra del Fuego; no hablamos de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur que es el nombre completo. No lo tenemos dentro de nuestra bibliografía para los pibes y para las pibas. Cuando le enseñamos la cadena trófica, los manuales tienen al león y no tienen al puma, tienen elefantes y jirafas pero nosotros no tenemos elefantes y jirafas. Nosotros tenemos lobos marinos, focas, ballenas. Tenemos otros animales. Tenemos que pensar cómo les enseñamos todo eso a nuestros pibes para que lo hagan propio. Se empezó en el 2010 con el mapa Bicontinental pero hoy no está en todas las escuelas. No hablamos solo del mapa político o geográfico, sino un mapa que tenga, por ejemplo, las especies en tierra, las especies en mar, las especies en el cielo. Que no sea solo un mapa político que vemos. Una de las cuestiones que yo quiero generar es material para las escuelas. Esto que decía: que haya un lobo marino y no un elefante. Construir desde ahí.

Falco durante su estadía en Base Orcadas. Créditos: Comisión de Investigaciones Científicas.
Falco durante su estadía en Base Orcadas. Créditos: Comisión de Investigaciones Científicas.

-¿Hablar de la Antártida es una decisión política? 

-Hablar de la Antártida es una decisión política y social. Es la decisión de dar a conocer ese territorio, de querer construirlo como soberano. Tiene que haber una comunidad que quiera aprender sobre el tema, tiene que haber investigadores que hayan desarrollado un trabajo para poder mostrar la importancia de ese espacio, pero también tiene que haber una decisión política de decir ‘este tema lo hacemos propio y lo vamos a trabajar’. Durante muchos años ese trabajo se realizó, pero en los últimos meses hay un declive. Si no lo sostenemos entre la comunidad científica y la comunidad que está interesada en el tema, hay un declive y ese declive es porque hay otros intereses. Hoy no se ve como un enemigo al imperio. Entonces nosotros tenemos que construirlo, no olvidarnos. Podemos ser socios en algunas cosas, pero en otras no, en lo territorial no podemos.

-¿Cuál es el rol que juega el territorio dentro del desarrollo nacional?

-La Antártida cumple un rol desde el desarrollo súper importante porque tiene un montón de recursos. Y me refiero a recursos ecosistémicos, o sea, no solamente de que puede haber petróleo y gas. La Antártida tiene que estar conservada, hay que cuidarla mucho de la huella antrópica, que ya por la contaminación global tiene mucho deterioro, tratar de disminuir ese impacto. Este territorio no solo tiene la perspectiva de un desarrollo de energía, sino la función ecosistémica de enfriar todos los mares, tiene toda una corriente alrededor, que se llama corriente Circumpolar Antártica, que lo que hace es enfriar los tres océanos. La Antártida es estratégica desde un montón de lugares, tiene ingreso a los tres océanos. No es casual que Malvinas sea un punto de conflicto para el Reino Unido, porque primero es el acceso a la Antártida y después es el acceso a los otros océanos. Políticamente o geopolíticamente tiene un rol fundamental: de circulación naval y también una función ecosistémica. 

-¿Cómo atraviesa a los científicos y científicas la convivencia en el territorio con bases de otros países?

-El sistema científico internacional es súper solidario, por lo que pude percibir. Después hay una cuestión: los científicos y científicas que trabajan allá, cuando hacen un paper, lo tienen que publicar sí o sí en inglés. Entonces ese es un punto de soberanía para tener en cuenta. Tenemos que generar el nivel académico para que sea importante publicarlo en castellano, que se hace pero a nivel internacional siempre es en inglés. Después, hay mucho trabajo en conjunto. Todo lo que Argentina investiga, en otros lugares lo toman y sirve para nutrir investigaciones que están haciendo otros países, para trabajar en conjunto o para desarrollar otras líneas de investigación. Por ejemplo, Argentina tiene un trabajo muy grande con Chile por un área protegida marina. Entonces con Chile vos podés tener diferencias cuando tengas que sentarte a hablar de la reivindicación de territorio en la Antártida, pero tenés que tener en claro que mientras esté el Tratado, se puede trabajar en conjunto porque queda claro que es para cuidar nuestros recursos y nuestro ambiente.

-¿Cómo fuiste recibida por ellos? Porque no deben estar muy acostumbrados a que vayan cientistas sociales o comunicadores.

Me recibieron muy bien porque todos tienen la necesidad de comunicar lo que hacen. Cuando volví estuve en colegios secundarios y los pibes me preguntaban si había osos polares y yo les decía que no, que esos animales había en el Norte. Después les mostraba las especies que teníamos nosotros y muchas veces lo hacía con fotos que sacaron los científicos y científicas haciendo muestreos. Entonces cuando les contaba a las investigadoras y los investigadores que les había mostrado sus fotos del lobo marino o de la foca estaban felices. Y también muy asombrados porque haber ido como comunicadora con perspectiva ambiental es algo novedoso para ellos. 

-Sin embargo nos hacen creer que las ciencias sociales no son necesarias…

-Sí son necesarias. A mí me dicen del Instituto Antártico: ‘vos haces tu investigación y aparte, te vamos a designar dos tareas más’. Nadie que va a la Antártida tiene una tarea sola. Incluso las personas que van a invernar. Por ejemplo en Esperanza invernan familias de las Fuerzas Armadas, del Comando Antártico. Son más o menos 11 familias que tienen lugar. Y las esposas, porque son hombres quienes invernan, van con una tarea asignada.  Entonces yo tenía tres tareas en el trabajo de investigación. Hacía algún relevamiento para las redes sociales del Instituto Antártico y después para un archivo de historia oral, que es un proyecto del Instituto con investigadores de Ciencias Sociales en donde están involucradas la historia, la antropología y la sociología. Ellos me daban un cuestionario corto para entrevistar a las personas que han invernado. Ese archivo de historia oral no sería posible sin las ciencias sociales, no se estarían rescatando todas las historias. Son 300, 400 personas que pasan un invierno entre las siete bases que son permanentes. Incluso también hay niños y niñas, que están siendo entrevistados para ese archivo. Desde la comunicación y desde las Ciencias Sociales damos a conocer o investigamos desde el lugar de la construcción de sentido, desde la cultura. Hoy se las está desfinanciado y se las desmerece.

 -¿Por qué es importante hablar de soberanía ambiental?

-La soberanía ambiental es un término que en realidad casi no se usa y para mí es el concepto que unifica y que transversaliza todas las otras. Si nosotros no tenemos un ambiente sano, para nosotros mismos, no va a ser posible vivir de una forma digna. Cuando hablamos de soberanía ambiental pensamos en quiénes explotan nuestros recursos, para qué, a dónde se van las divisas de eso, quién se queda con la ganancia, quién se queda con el pasivo ambiental. Hablamos de un ruedo integral con política, con educación, con comunicación. La soberanía ambiental involucra el resto de las soberanías, incluso a la territorial. 

-¿Cuál es el rol de las universidades en todo esto? 

-Son el semillero. Tenemos un nivel académico y científico impresionante. Financiar una universidad es financiar toda una maquinaria de generación de conocimientos que tiene una importancia fundante para lo que es un país. Somos un país muy joven, tenemos 200 y pico de años nada más y me parece que todo lo que aportamos desde la Universidad, suma a ser un país de calidad. 

-¿Por qué es importante abordar la cuestión de la Antártida desde las universidades?

Uno de los objetivos dentro del proyecto era que este sector antártico argentino, que nosotros reivindicamos como soberano, esté dentro de las currículas universitarias. O sea, mi objetivo era volver, e ir universidad por universidad sentándome con los secretarios académicos viendo cómo se podía hacer. Obviamente que esto hay que hacerlo también desde el Instituto Antártico. Siempre decimos que no se ama lo que no se conoce, y tampoco se defiende. Entonces si nosotros no conocemos la Antártida y no la amamos, no la vamos a defender. Y si no la defendemos nosotros, que somos los profesionales que estamos preparados, no la va a defender nadie. Es buscar que las universidades generen ese conocimiento y que ese conocimiento llegue a otros niveles, a la comunidad. Es ni más ni menos que hacer comunidad. Tenemos que hacer comunidad sobre el concepto de soberanía, especialmente sobre el sector antártico argentino.

Encontrá la nota en la web de la CIC.


Últimas noticias de la sección Política:



¿Te gustó esta noticia? ¡Compartila!
Scroll al inicio