Emir Sader: “En el mundo hay interés y necesidad de alternativas al neoliberalismo”

Para el intelectual, América Latina “es la única región que tuvo una reacción colectiva al modelo neoliberal”. Entrevista realizada por Pablo Baumann y Marcelo Gómez, docentes e investigadores de la UNQ.

Emir Sader. Créditos: https://pt.org.br/
Emir Sader. Créditos: https://pt.org.br/

Sader es uno de los pocos intelectuales latinoamericanos que, por su trayectoria e influencia, casi no necesita presentación. Ve con optimismo los recientes triunfos de gobiernos progresistas y de izquierda en la región y cree que esta tendencia se consolidará próximamente, con el liderazgo y un próximo triunfo de Lula. Según plantea, esta “segunda ola” de gobiernos “antineoliberales” debería permitir avanzar en la implementación de políticas “posneoliberales”, que rompan definitivamente el molde del neoliberalismo.

-¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los gobierno antineoliberales de la región?

-El primer obstáculo a enfrentar radica en que, en el orden neoliberal, el sector hegemónico, en la economía en cada país, en el mundo, sigue siendo el capital financiero, especulativo.  Esa es la espina dorsal de nuestras economías. Sin quebrar esa hegemonía, será difícil retomar un crecimiento sostenido. La próxima ola de gobiernos antineoliberales tiene que ser no sólo de integración política, sino integración económica. Un modelo económico que pueda avanzar con las ideas de un Banco Central Sudamericano y una moneda común, como propuso recientemente Lula, que pueda lograr mayores márgenes de autonomía, al favorecer la desdolarización del comercio entre los países y con la opción éstos de aceptar la moneda común, también como moneda nacional.

-Esto puede ser clave para economías como la de Argentina…

-Sí, puede ser una vía para superar el proceso inflacionario crónico. Por eso esto le interesa mucho a Alberto Fernández, porque permite salir de la alternativa de dolarización, que terminó siendo un problema serio en el caso ecuatoriano. Pero no basta con eso, sería un comienzo.  Hay que crear un modelo “postneoliberal”, que defina qué tipo de Estado, qué tipo de sociedades queremos. Lo segundo es que, si bien la hegemonía neoliberal y norteamericana en el mundo ya no es tan fuerte en lo político, lo económico, tecnológico y lo militar, si lo sigue siendo en el plano ideológico en nuestras sociedades, incluso durante los gobiernos de la primera ola; y ahora, incluso, de modo más arraigado, más profundo. Esto no sólo impone un estilo de vida consumista egoísta, individualista, en nuestros modos de ser, sino que se contrapone a una visión solidaria y más justa de nuestras sociedades. Por eso la lucha ideológica es la más importante y es la manera para crear otro estilo de vida.  

-En el presente faltan espacios de coordinación de voluntades entre los países latinoamericanos.

-Deberíamos crear instituciones post OEA, que excluyan a Estados Unidos. No tenemos aún organismos fuertes que materialicen eso. Pero no hay hoy condiciones para aislarse del mundo, en un mundo hegemonizado por el capital financiero, que es neoliberal. Entones aparece otro obstáculo: por más que América latina se coordine, se integre y formule un proyecto alternativo, éstas no son condiciones determinantes para un destino histórico propio en un mundo como este. Igual creo que podemos hacerlo. El prestigio de Lula en el mundo demuestra que hay interés y necesidad, incluso, de alternativas al neoliberalismo, también en otros países y continentes. Por ejemplo, en Europa, en Estados Unidos.  Al contrario de lo que piensan algunos colegas, que dicen que es como un péndulo que va y vuelve, yo creo que más allá de ciertas oscilaciones, hay una tendencia clara, favorable a los gobiernos antineoliberales.

Un nuevo estilo de golpe

-¿Qué estrategia tienen los gobiernos para combatir el lawfare?

-No tenemos aún una estrategia clara. Si cuentas con la combinación del Poder Judicial y los medios para lograr la condena pública, puedes destrozar, destruir la imagen de un líder popular. Uno ve a Lula ahora, hay que recordar cómo se intentó destruir su imagen y sacar una enseñanza de ello. El Juez Moro lo condenó a 9 años y medio, porque a Lula le falta el dedo meñique, que perdió hace muchos años, en un accidente de trabajo (hace un gesto mostrando 9 dedos). Entonces, lo que hace esa Justicia, con un tipo con la trayectoria Lula, implica un embate con la intención de destruirlo, incluso también psicológicamente. Nosotros no queríamos que Lula se entregara cuando salió la orden de detención, en 2018.

-¿Qué opinaba Lula?

-Lula decía… “Bueno, si no voy a entregarme, voy al exilio y entonces se me termina la carrera política. No tenemos alternativa”. El temor que teníamos era que no saliera, o que no saliera nunca; o que lo mataran. Él dio vuelta todo eso. Ahora, claro, fueron riesgos que él asumió. Soportó quinientos cuarenta días en su celda, con una seguridad enorme de que era la mejor decisión. Le resultó espectacularmente. No solo salió y probó que era inocente, sino que recuperó sus derechos políticos y es favorito para ganar en la próxima elección. Ahora bien, no sé si de ahí se puede sacar una estrategia contra el lawfare. Porque en el interín, le impidieron a Lula postularse.  

-Argentina afronta un presente similar.

-De alguna manera, el Sistema Judicial argentino está peor que el brasileño, porque no le atemoriza, ni tienen en consideración la dimensión política de Cristina. Y eso lo pueden hacer siempre, sí hay condiciones políticas.  En el gobierno podemos tener la voluntad. Pero la estrategia debe ser política y, además jurídica, en un medio que no controlamos, que es el Poder Judicial. No puede ser es que una institución de la República no pueda ser controlada en términos democráticos, que los jueces sean designados de por vida. El lawfare es un mecanismo gravísimo de destrucción de la vida democrática.

Emir Sader. Créditos: https://www.jornalgrandebahia.com.br/
Emir Sader. Créditos: https://www.jornalgrandebahia.com.br/

El derecho a la educación

-Los gobiernos antineoliberales le han otorgado un lugar preponderande a la educación. ¿Qué opina al respecto?

-Fue el acceso a la educación, la más importante conquista de derechos económico-sociales. En el nordeste de Brasil no había universidades públicas. La gente que podía, escogía un hijo, como Lula, para estudiar, para formarse, en el sur. Se crearon nuevas universidades públicas, programas de becas, cupos para minorías. En diez años el nordeste pobre pasó a tener más estudiantes universitarios que el sur rico de Brasil. ¡Extraordinario!  Lula solía decir: “la educación queda”. Sin calificación profesional, la gente no entra al mercado de trabajo, con perspectivas en la vida. Ciertamente es la conciencia social, con una buena educación, la que politiza a la gente. Eso fue más importante aún que la mejoría en el consumo. De esa mejoría se puede retroceder de la noche a la mañana ¡Pero lo que queda son más de cien universidades!

-¿Y las universidades privadas? ¿Cuál es la experiencia en Brasil?

-El hecho de que la  mayoría de la matrícula se concentrase en universidades privadas al comienzo nos shockeó mucho, porque el gobierno tenía condiciones de ampliar las universidades enormemente. Pero una de las políticas fue usar el endeudamiento de las universidades privadas para crear cupos especiales para distintos grupos étnicos y becas para gente sin recursos. Algunos cuestionaron: “pero cómo…esos recursos… no sé cuánto… se pueden usar para otra cosa”.Pero funcionó muchísimo. La gente pobre va a universidades privadas porque puede estudiar por la noche. Yo conocí mucho eso, por circular bastante por las universidades públicas de Brasil, digamos: la gente era muy mucho más acomodada políticamente que los pobres y negros, que estaban cursando mayormente en la universidad privada. Puede parecer contradictorio eso, pero el resultado fue positivo desde el punto de vista, tanto del acceso, como de luchar por el derecho que ellos tenían ahí.

-¿Y cómo se produjo la lucha ideológica al interior de estas instituciones?

-Es que esas universidades tampoco son muy ideológicas. Su objetivo es ganar plata. Los alumnos esperan por lo menos lo básico. A estas universidades nos les interesa crear conciencia, ni enseñanza ideológica. No quieren formar un tipo de derecha ¡No! Sólo quieren tener alumnos, que funcione, que paguen.

-En países como Colombia, una parte importante del claustro de profesores en las universidades privadas apoyó la movilización estudiantil. Sin embargo, en Venezuela y Bolivia, tanto el movimiento estudiantil como algunas universidades públicas apoyaron movimientos desestabilizadores.

-En Bolivia tenían el mejor intelectual latinoamericano como vicepresidente, pero les importó nada. Eso es un tema que, digamos, que parece una obviedad: la realidad es contradictoria. Hay que captar esas contradicciones y saber instrumentalizarlas de manera positiva. Las universidades públicas son muchísimo mejores. ¿Pero la gente puede ir ahí? Yo daba clases siempre en curso de segundo año de ciencias sociales de la Universidad de San Pablo. Ahora, el tipo que estudia de noche, no puede hacerlo de otra manera que en la universidad privada, porque tiene que trabajar, llega en transporte público y va cuando puede y no precisamente en su coche limpiecito.

-¿Las universidades federales siguen siendo universidades de élite?

-No, pero dentro de ellas el que cursa por la noche y llega cansado de trabajar todo el día, después de agarrar dos buses a las 7:30, a las 8:30 llega con la cabeza así. Si va, no va a leer nada hasta el fin de semana. Son contradicciones dentro de la universidad pública: el acceso es una cosa, pero las condiciones de inequidad para estudiar, las diferencias de clase, estrictamente, son brutales. Para empezar, por el transporte: no llegan allá, por lo menos a la Ciudad Universitaria, digo, sin tomar dos o hasta tres buses ¿no? Y tomar bus significa esperar, viajar de pie. Incluso la jornada para el trabajador no es muchas veces de ocho horas, son doce. Entonces, en la educación, el acceso es la condición para empezar a democratizar. La gente que puede aprovechar dentro de la universidad es la que estudia por la tarde y que no trabaja o lo hace medio tiempo. Y viene y vuelve en coche y llega a tener tiempo. Es eso que dice un poco Pepe Mujica, “el tiempo es vida”.


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